En nuestra congregación la atención y edificación de la familia ocupa un lugar prioritario en el ministerio pastoral y en las actividades regulares de la iglesia. Reconocemos que el concepto y la dinámica de la vida familiar ha evolucionado considerablemente, por ejemplo: la vivencia tradicional de la familia nuclear no es tan común en nuestra sociedad, Actualmente encontramos familias donde el jefe del hogar es el abuelo o la abuela que atiende a sus nietos; o la mujer es quien atiende y dirige su hogar. Es muy común encontrar muchachos y muchachas en nuestras celebraciones que viven en hogares con sus hermanos y la madre o el padre y han encontrado en la vida congregacional un lugar para su crecimiento integral saludable.
La familia es una red de relaciones que influye positiva o negativamente en la estabilidad o armonía de sus miembros; por esta razón, en algunas ocasiones la familia daña a sus miembros y, a su vez, en el seno familiar se encuentran los recursos para restaurar la estabilidad familiar. Por eso, es un deber instruir, animar, apoyar y realizar programas y actividades que estimulen el crecimiento saludable de la familia.
Por último, consideramos que la familia es el lugar instituido por Dios para transmitir los principios y valores de la Palabra de Dios a las nuevas generaciones y donde los niños aprenden a amar a Dios y obedecer su Palabra. Como lo afirma la Biblia: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” (Dt. 6:4-9)
